viernes, 19 de noviembre de 2021

PRESUPUESTO 2022: LA CARTA ORGÁNICA, EL CENSO Y EL EMPLEO MUNICIPAL (PARTE 2)


¡ESCÚCHALO!

En esta segunda entrega nos enfocaremos en la cuestión atinente al personal de la municipalidad: su cantidad, el límite impuesto por la Carta Orgánica Municipal (en adelante C.O.M.) y el último Censo Nacional.

La Carta Orgánica

1994 año de reformas. Aquel famoso “Pacto de Olivos” que funcionaría como sustento de la reforma de la Constitución Nacional, iniciaría una ola de reformas a lo largo y ancho del país y el suelo misionero no estuvo al margen de este fenómeno. Además de la reforma de la Constitución provincial, la ola reformista alcanzó tierra montecarlense dando paso, un 28 de noviembre de 1994, a la primera Carta Orgánica de Montecarlo, un voluminoso trabajo de 331 artículos que significó unos de los más grandes hitos para nuestra historia institucional.

En todo ese universo de artículos, nuestra C.O.M. alberga el 186 que establece:

El personal empleado por todo concepto incluidos asesores no podrá superar el (0,6%) -cero coma seis por ciento- de la cantidad de habitantes contabilizados durante el último censo nacional”.


El Censo

Sucede pues que, tal como surge del artículo citado, la referencia para calcular ese 0,6% debe ser el “último censo nacional”. Como bien se sabe, el último censo de esta escala fue aquel realizado en el año 2010, y en dicho recuento poblacional surge que nuestra comuna tenía a la sazón: 24.338 habitantes.

Desde entonces, dicho dato sirve para que, entre otras minucias institucionales, se calcule la cantidad de empleados que puede alojar nuestra municipalidad “por todo concepto” (léase: planta permanente o contratado).


El problema

No obstante, en los últimos años este límite impuesto por nuestra C.O.M. está siendo sistemáticamente violado por administraciones que utilizan el empleo público como: (a) contraprestación de favores políticos o de índole familiar (nepotismo), (b) elemento “fidelizante” de punteros y simpatizantes del sector político gobernante, (c) prenda de cambio para desactivar al pensamiento disidente, (d) garante de recursos humanos para el proselitismo de campaña.

Ahora nomás en el tratamiento del presupuesto 2022, el proyecto enviado por el ejecutivo adolece de un grave defecto legal, a saber: la plantilla de personal que hoy alcanza las 251 personas está excedida en alrededor de 105 empleados en relación al límite de 146 que impone la propia C.O.M.  Tal es así que, en la actualidad, el personal de la municipalidad representa alrededor del 1,03% del total de habitantes de nuestra comuna. En criollo, aprobar el presupuesto en estas condiciones es convalidar la violación del artículo 186 de la C.O.M.

La solución

Ante esta situación, alguno se preguntará ¿Cómo puede hacer la actual administración para corregir esta situación sin tener que despedir a un centenar de empleados? Hay una solución de fondo que la misma C.O.M. prevé: convocar a una convención constituyente de forma tal que se modifique -entre otras cosas- el límite del artículo 186, y de esta manera, encontrar una salida “elegante” a esta grave anomalía.

Lo cierto es que nuestra C.O.M. está desactualizada y tiene algunos institutos que nunca se pusieron en práctica, tales como el Procurador Fiscal, el Auditor Contable y el Tribunal de Faltas, entre otros. Inclusive se puede aprovechar la oportunidad para eliminar por esta vía el sistema de ley de lemas instaurando a un régimen electoral de elección directa de nuestras autoridades como ya lo tiene el municipio de San Javier, el cual sorprendió a toda la provincia con la sanción de una Carta Orgánica digna de ser imitada.


La encrucijada

Para que esta irregularidad pueda tener una solución de fondo, se necesita voluntad y acuerdos políticos. El proceso de reforma es un largo camino que necesita de mayorías especiales en el Concejo Deliberante, elección de Convencionales, la elaboración del texto de la nueva C.O.M., entre otras exigencias propias del caso.

Como toda encrucijada hay una salida: aquella que prefiere seguir con estas anomalías institucionales y hacer la vista gorda para seguir sacando provecho de su estadía en el poder, o aquella que prefiere hacer el esfuerzo para mejorar la calidad institucional de nuestra comunidad. Queda en nuestra dirigencia elegir el rumbo a seguir.



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